Se ha levantado una polvareda mediática en relación con la intervención del diputado de UPyD Toni Cantó. El diputado magenta defendió el posicionamiento de su partido en favor de la admisión a trámite de una iniciativa legislativa popular que garantice la protección legal de la denominada fiesta nacional. La posible admisión a trámite de dicha enmienda suscitó un acalorado debate entre los defensores de las denominadas posiciones animalistas, que rechazan como es lógico la " fiesta" taurina por considerarla contraria a unos supuestos derechos animales. Por otra parte se encontraban los posicionamientos del Foro de Asturias y el PP, que defendían el carácter nacional y cultural de los "festejos" taurinos. La posición de UpyD se centró, muy inteligentemente a mi juicio, posicionar el debate en sus justos términos. Para ello, el diputado Cantó hizo suyas algunas reflexiones del filósofo Fernando Savater en relación a la cuestión. Por un lado, UPyD denunció la hipocresía de aquellos que defienden la existencia de derechos animales mientras no tienen reparo alguno en relación con la existencia de mataderos , ni tampoco ponen objeciones a la no prohibición del consumo de carne porcina y ovina. Por otro lado, denunciaron el uso partidista y nacionalista que se hace de la cuestión para atacar aquellas "naciones" en las que no se cree.
La argumentación de Savater parte del hecho de que el fundamento de la titularidad de los derechos y de las obligaciones (que le son correlativas a dicho concepto) presupone un libre albedrío en el que se reputa como titular de los mismos. En el caso de los animales dicho libre albedrío no existe, en el sentido de posibilidad de autodeterminación moral. Esto no obsta, como bien apuntó Cantó, para que el maltrato animal no pueda ser considerado como un trato inhumano, en la medida en que el ser humano como racional y libre, está situado por encima de los animales en el plano ético y ontológico . Comportándose de una forma cruel, el ser humano se deshumaniza , esto es, se degrada en su condición de ser racional y ético .Lla única falla del argumento de Savater, magníficamente trasmitida por el inteligente Toni Canto, es que se puede argüir que el libre albedrío no es empíricamente demostrable, que es una idea metafísica regulativa como decía Kant.
A partir de ahí se desató una cascada de reacciones de distinta enjundia intelectual intentando descalificar no sólo el argumento, si no también a los ponentes del mismo, sobre la base de lo que en la lógica clásica se llaman falacias ad hominem y ad baculum, por no decir directamente insultos y des-calificaciones gratuitas Negando incluso la mayor: que un diputado tenga derecho a prevalerse de su condición parlamentaria para verter tales opiniones, contradictorias a juicio de muchos. Así se ha apelado en las redes sociales a una capacidad compartida de empatía o sufrimiento por parte de animales y humanos, a fin de extender a los primeros algunos de los derechos que las legislaciones consideran como fundamentales.
A mi juicio no se ha entendido el argumento de Savater, porque tampoco se han entendido los presupuestos desde los que éste intenta fundamentar una ética formal e inmanente, es decir desvinculada de cualquier fundamentación trascendente o religiosa. Para Savater el fundamento de la titularidad de derechos , descansa en el libre albedrío moral, capacidad no compartida por los animales y las personas, es decir en la incapacidad de los seres no humanos para poder ser determinados por medio de normas. Los que han atacado el fundamento del libre albedrío, como una idea metafísica, desconocen que el famoso filosofo no se refiere a un libre albedrío naturalista o fisicalista , si se me permite la expresión. Aún cuando podamos incluso afirmar la existencia de este, ahí esta el famoso principio de la física cuántica de Heisenberg (que descarta el determismo a nivel cuántico, ergo tampoco sería posible afirmalo un a nivel macromolecular o al de los cuerpos extensos).., no es ese el sentido en que Savater afirma la existencia de libertad humana frente al determinismo moral (derivado de los instintos) de los animales. Savater por contra afirma la libertad moral del individuo.
La única falla importante del argumento de Savater , descansa en una llamada petición de principio, pues fundamenta la titularidad de los derechos humanos y de sus correlativos deberes en la capacidad moral del individuo la cual a su vez se fundamenta en la capacidad de ser capaz de ejercerlos mediante decisiones no condicionadas por los instintos., es decir la libertad es fundamento y consecuencia al mismo tiempo de que sólo los humanos tengan derechos.
Lo que está claro , a mi juicio, es que las consideraciones de tipo emotivista-subjetivista, que fundamentan la titularidad de los derechos por los animales en la misma capacidad de empatía o de padecimiento, suponen más problemas que beneficios en su aplicación práctica. En primer lugar suponen un ejercicio de antropomorfismo, en la medida que se consideran " humanos" a seres que no lo son desde múltiples puntos de vista. En segundo lugar este emotivismo ético nos llevaría a situaciones paradójicas. Por poner un ejemplo , un psicópata no actuaría de forma no ética cuando mata, en tanto que no sólo no siente empatía con su víctima si no que es incapaz de sentirla, lo que podría llevar a situaciones aberrantes de considerar seres humanos de distinta consideración ética, algo que lamentablemente ha ocurrido en diversos momentos de la historia con judíos, homosexuales o disidentes políticos.
La realidad es que la cuestión taurina tiene una doble dimensión. Por un lado supone un acto que envilece al ser humano en cuanto que instrumentaliza a un ser vivo no humano, el toro, para el divertimento sádico de quien contempla dicho " espectáculo". Por otro lado es innegable que se trata de una tradición milenaria en España cuya " cultura" de lidia está todavía profundamente enraizada en las tradiciones de este país. Intentar compatibilizar el debido respeto a la protección a nuestros "hermanos" menores los animales (en terminología franciscana), con el derecho individual de cada uno a hacer lo que le plaza (aún cuando moralmente nos pueda parecer reprobable ) debe ser el objetivo de un estado de derecho, donde el pluralismo de opiniones y la inexistencia de dogmas morales es un basamento irrenunciable.
Publicado en Último Cero el 17-02-2013
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