Ayer por la noche me disponía a ver una película para evadirme del clima depresivo y fatalista en el que nuestros políticos se empeñan en sumirnos cada día. Para desconectar del "mundanal ruido de corruptelas, elecciones papales y demás interferencias mediáticas me decidí por un producto de la ciencia ficción clásica de los 60's, esa que poblaba las carteleras de los antiguos programas dobles (hoy lamentablemente extinguidos) que tanto contribuyeron a crear una generación de cinéfilos en España.
En la película de ciencia ficción que ayer tuve la ocasión de visionar "Sos el mundo en peligro" (Terence Fisher, 1966) un grupo de médicos se las tienen que ver con los resultados imprevistos de unas investigaciones de la lucha contra el cáncer que han llevado a cabo un grupo de científicos. Como consecuencia de esta experimentación pseudo-ética y desaforada, surgen unas nuevas criaturas basadas en la molécula de silicio que se alimentan del fosfato cálcico que sintetizan de los huesos de sus víctimas (animales y humanos) en un perdida isla del Norte de Irlanda.
La película constituye una magnífica alegoría de los peligros que la investigación sobre seres vivos pueden ocasionar al género humano , en forma de nuevas enfermedades parasitarias que contribuyan a la desaparición de nuestra especie. Algo parecido a lo que relata la película también está ocurriendo en la actualidad. Sustituyamos a unos "mad doctors" que buscan la cura definitiva contra el cáncer por unos burócratas implacables de Bruselas, acompañados en su delirio por unos banqueros irresponsables capaces de poner al pie de los caballos a una generación entera de europeos. Estos nuevos "mad doctors" de lo económico, no se alimentan del sulfato cálcico que sintetizan de sus víctimas, si no que lo hacen directamente de la vida y la hacienda de los ciudadanos de la vieja Europa , condenados a pagar cada vez más impuestos y a ver como sus ahorros desaparecen de sus saldos bancarios mediante expropiaciones arbitrarias que sólo buscan mantener los privilegios de una clase de políticos y banqueros para los que la moralidad no existe . Para estos "científicos" de lo social, la austeridad es lo que para los mad doctors de la película de Fisher era la lucha contra el cáncer un fin supuestamente loable, del que se sirven para practicar unos experimentos que al final pueden conducir a la destrucción de nuestra forma de vida.
En el celuloide son los descubrimientos de los Rutherford, Niels-Bohr y Planck sobre el poder del átomo lo que nos salva de esas criaturas maléficas que aprovechan a las mil maravillas las posibilidades de formar enlaces tetravalentes de las moléculas de silicio, para crear organismos vivos muy complejos y difíciles de erradicar.
Posiblemente la única manera de librarnos de nuestros "registradores de la expropiación" y de "los burócratas del miedo" sea ejerciendo lo que los "descubrimientos" de Henry David Thoreau, Leon Tolstoi , Gandhi y Martin Luther King nos han legado a la humanidad: la posibilidad de ejercer la DESOBEDIENCIA CIVIL que no es otra cosa más que: "una quiebra voluntaria y consciente de la legalidad vigente para reemplazarla por otra legalidad que obedezca más a los designios del interés general y que se manifieste a través de procedimientos verdaderamente democráticos".
Publicado en "Último Cero" el 24-03-2013
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