Antes de que Gilbert Baker en los años
60's difundiera el arco-iris ( sin color añil ) como símbolo del
activismo gay en su lucha por la consecución de los derechos
civiles, Isaac Newton y antes que éste , René Descartes, examinaron
con detalle las condiciones atmosféricas que permiten la aparición
en el cielo del espectro visible de las frecuencias de la luz.
Todavía, que el autor de esta misiva sepa, ningún movimiento
pro-gay ha denunciado a Newton por apropiación indebida de un
símbolo tan caro al movimiento homosexualista. Tampoco, ninguna
fundación colega, ha considerado que investigar sobre la naturaleza
ondulatoria de los haces de luz constituya un crimen de lesa
homofobia. La cuestión radica en que si hablar de ciencia, no ofende
o no debería al menos ofender, a ningún colectivo ( por muy
maltratad o perseguido que este lo haya sido) tampoco deberían, los
custodios del pensamiento de lo políticamente correcto, sentirse
zaheridos por que algún racio-morfo ( aunque éste sea pepero o
ultra) afirme algo tan incontestable como que las parejas homo no
pueden procrear de forma natural, al no existir compatibilidad
biológica entre sus órganos sexuales y reproductivos.
Otra cosa distinta, es que para dichos
colectivos, la diferencia reproductiva entre ambas parejas no debe
conllevar un distinto tratamiento jurídico por considerar que la
reproducción sólo es un fin esencial del matrimonio eclesial.
Incluso podrían alegar, que de seguirse el cartesiano raciocinio
del ínclito ministro de la moralidad conyugal, los matrimonios
heterosexuales entre personas no fértiles tampoco deberían tener el
mismo tratamiento jurídico que el de las parejas que tienen todas
sus posibilidades reproductoras intactas.
También podrían incluso haber hilado
más fino y traer a colación la diferencia aristotélica entre el
ser en acto y ser en potencia, qué una cosa es que algo pueda llegar
a ser y otra cosa bien distinta es que de hecho lo llegue a ser
efectivamente. También podían haber sugerido que dicha distinción
no está presente en muchos intelectos conservadores de este bendito
país porque cada gobierno de turno se afana en en eliminar
cualquier rastro o vestigio de las humanidades en los planes de
estudio. El caso es que desde dichos colectivos , en vez de hacer uso
de su naturaleza racional, se ha optado por el fácil recurso a la
des-calificación burda y grosera. En vez de responder con
inteligencia a la falta de argumentos, se ha optado por promover la
lapidación pública del que osa discrepar, aunque sea burdamente,
de lo que se considera una verdad muy laica pero al mismo tiempo muy
dogmática: que con los intereses del colectivo del arco-iris no se
juega.
Hay muchos temas sobre lo que sería
deseable un debate respetuoso, abierto y tolerante. Sin embargo en
España esto es imposible, Se ha pasado de un tribunal de la
inquisición eclesiástico o a uno del denominado pensamiento de lo
políticamente correcto. Si te pronuncias de manera abiertamente
discrepante, te arriesgas a la lapidación pública o a cosas peores,
ejemplos los vemos y los leemos todos los días .Esto no es mas que
una nueva constatación de lo que algunos decimos todos los días:
que en España no hay verdadera cultura democrática.
Aquí hay dos Españas que esperan la
más mínima ocasión para "matarse" y no sólo
dialécticamente. Es una lástima que los partidos políticos
contribuyan, fomenten y hagan gala de este sectarismo español , tan
propio de nuestra peculiar idiosincrasia.
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