viernes, 7 de junio de 2013

" El proceso" de Artur Mas K.

El caso catalán es paradigmático de multitud de disfuncionalidades tanto individuales , sociológicas como institucionales. Prescindiendo de las sociológicas ( pues la sociedad catalana es un ejemplo claro de sociedad en transición hacia el totalitarismo o de un cesaro-culeísmo que lleva a la instauración de dogmas deportivos que se convierten en politicos y por lo tanto incuestionables ) e incluso de las individuales ( el fenómeno del charneguismo , el ardor del converso etc..), voy a centrarme en las institucionales. En concreto , de la penúltima ocurrencia de una generalitat , ( cada vez más instalada en una esquizofrenica dualidad de necesitar a España y al mismo tiempo odiarla) que considera la declaración de soberanía de su parlamento una manifestación de un derecho “ nacional” a la libertad de expresión. Derecho por otra parte de nuevo cuño, pues tradicionalmente, la libertad de expresión se ha considerado por todas las jurisdicciones del mundo, un derecho de raigambre individual. Incluso se ha invocado para garantizar un espacio de libertad al individuo frente al estado, no como pretende la generalitat , para crear una uniformidad ideológica frente a un enemigo común tan imaginario como ridículo.



Más allá de estas bizarras interpretaciones de un derecho básico de cualquier estado verdaderamente constitucional, me propongo hacer unas consideraciones de naturaleza filosófico-política al respecto. En primer lugar la idea de constituir a la nación como sujeto de derechos políticos, es una constante del pensamiento constitucional, al menos desde que el pensador francés sieyes considerara a la nación, como el vehículo conceptual para permitir al tercer estado , ejercitar sus derechos políticos frente a los estamentos privilegiados del clero y la nobleza.

La idea de nación política es unida a la de la nación cultural por el pensamiento romántico y nacionalista. Este consideraba ,en virtud del pensamiento organicista que profesaba, que la nación era un sujeto ético-espiritual dotado de voluntad y destinado a constituirse en el único y verdadero sujeto político. Esta es la idea que subyace en el pensamiento del nacionalismo catalán. Se propugna una hipostasis, esto es una reificación de la categoría aristotélica de la sustancia ( hypokeimenom ) a la que se considera el único y verdadero ente de la realidad política. ¿ Es posible considerar a la nación y no a los individuos , el verdadero “atomo” de la realidad política?....En realidad el concepto de sustancia , es el nudo gordiano de la metafísica occidental, esa que nace a la historia del pensamiento con Aristóteles y que entra en profunda crisis con la revolución copernicaca kantiana. Como cualquier otra realidad metafísica , no es falsable, ni empíricamente comprobable. Un filosófo analítico incluso diría que es una expresión lingüística no referencial y por lo tanto carente de sentido. Independientemente de la consideración que nos merezca la metafísica y los intentos por rehabilitarla como saber ( como en la célebre obra “ Ser y tiempo” de Heidegger), hay un hecho incuestionable. Ni el mismo Aristóteles tenía muy claro que la sustancia fuera algo más que una realidad lógica, esto es, un sujeto de predicación del resto de categorías. Si el mismísimo fundador del concepto, no tenía clara la realidad ontológica de la sutancia, mucho nos tememos que ni el derecho a decidir del parlamento catalán pueda resolver ( pese a la abundante cantidad de sustanca gris que se genera en sus bizantinas discusiones parlamentarias) tan capital cuestión. De ahí que tengamos que adoptar un sano escepticismo a lo Montaigne , a la hora de pronunciarnos a cerca de la hipóstasis de la nación catalana.

En cualquier caso nos quedaremos con las sabias apreciaciones que Hermann Heller hacía en su capital obra “ Teoría del Estado”, donde decía que el concepto de sustancia había dejado paso al de función con el de la advenimiento de la modernidad, siendo por lo tanto inoperante para construir una teoría del estado válida para los tiempos modernos.

Utilizando una analogía cinematográfica, el comportamiento del nacionalismo catalán en relación con su cuestión identitaria, me recuerda cada vez más , al comportamiento del personaje de José en la película “condenados” de Manuel Mur-Oti. Personaje profundamente inseguro a cerca de su valía e identidad personal, quien carcomido por los celos , culpabiliza a su esposa Aurelia de los mismos, pese a que es plenamente consciente de la inexistencia de “falta” alguna en la misma. El nacionalismo catalán está tan inseguro de su propia identidad nacional que bascula entre la paradoja de la búsqueda de la independencia , mientras negocia alevosamente mejores condiciones con el invasor de “ Madrit”. Esto explica comportamientos tan contradictorios como el de intentar defender la legalidad de sus decisión soberanista ante un tribunal de un estado, cuya jurisdicción no reconoce. Desconociendo por ello, un principio básico de la teoría política, aquel que dice que el poder constituyente originario de un pueblo es un poder absoluto y pre-jurídico, lo cual hace absurdo alegar normas constitucionales ( derechos fundamentales en este caso ) para defenderlo. Se deberá hacer valer , caso de que exista, por vías políticas pero nunca jurídicas.

Al modo de Kafka en el proceso, “ Arthur Mas K” se ha levantado una mañana y ha pensado “Alguien debió de haber calumniado a Cataluña, porque sin haber hecho nada malo, una mañana fue detenida"..........



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